Papá y mamá (Mom and Dad, Estados Unidos, 2017) está hecha por una persona cuyo objetivo es irse al infierno.
Con esa misión, el guionista y director Brian Taylor decidió elegir a un dúo protagónico que le allanara el camino. Nicolas Cage y Selma Blair son un matrimonio creado en el averno cinematográfico, un par que asegura un mínimo de locura inicial para que un proyecto de estas características pueda ver la luz. La luz de una trama oscura, inquietante y salvaje. Al verla uno recuerda ese título memorable del cine español: ¿Quién puede matar a un niño? (1976) dirigida por Chicho Ibáñez Serrador. Aunque no se trata del mismo argumento, la mera pregunta es perturbadora y aquí la respuesta lo es aún más: Sus padres. ¿Qué padres? Todos. Una rara epidemia ha provocado que los progenitores ataquen a sus niños y nadie está a salvo. Con esta premisa la película arma un relato que va creciendo a pura energía y subiendo la apuesta escena tras escena. Necesariamente tal locura encontrará un techo, pero para cuando eso pasa ya se han acumulado suficientes escenas memorables como para andar quejándose. Corta, rápida, violenta, verdaderamente incómoda, Papá y mamá sabe cómo tocar un nervio sensible y sacarle todo el provecho disponible.