I- Escribir es oponerse al mundo

Sostiene mientras aterriza. Ella, la artista, mujer y tantas otras. “Las identidades fijas son una mentira”, y sobrevive al temporal con su sonrisa como vela extendida al sol. En ese vaivén de olas, vive y escribe Ariana Harwicz. Habita el tiempo. Estrangula su geografía hasta el extrañamiento para tensar al límite las voces de sus personajes. “Yo no entro porque soy una marginal, no sé hablar sin insultar”, nos lanza la madre protagonista de una de sus novelas. Aun así atravesamos la puerta del bar. Pero Ariana no frena. No concede nada, ni a este instante ni a los otros que seguirán en próximos encuentros. Y sus manos crecen explorándolo todo. Llaman al mozo, abrazan, domestican cabelleras, comentan, juegan, ponen puntos y comas, a esta y a todas las lenguas.

II- Al Colón, al Colón…

El clásico grito porteño resuena como augurio. Primero fue la escena, luego llegó la literatura. En los libros, la autora condensa su poética. Sus novelas fueron traducidas a quince idiomas y reeditadas las tres primeras como Trilogía de la Pasión por Anagrama (2022), para luego pegar la vuelta y regresar al teatro. Por citar algunas, se estrenó con Marilú Marini y su puesta de Matate amor con la actriz Erika Rivas. No paró. Lorena Vega dirigió Precoz con la actuación de Julieta Díaz. Una última versión de Cristina Banegas sobre La débil mental, agotó entradas y regresó durante octubre y noviembre a la sala Área 623.

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Tratándose de Ariana no hay círculos cerrados. Son espirales con luces, candilejas que la apuntan. Hoy sueña con su Trilogía llevada al cine. Cuenta orgullosa que fue seleccionada por el mismísimo Martin Scorsese. Sus derechos reservados por la productora del gran director hollywoodense.

Su ritmo se acelera. “Una traductora me pasó ayer una música ucraniana; me acabás de dar mi próxima novela, le dije”. Se expande, llega al Colón. Ahora el texto tendrá orquesta. Y brinda con otro café por la reciente firma del contrato. Se estrenará a principios del 2024. “Una ópera de cámara. Yo seré la libretista. Está el compositor, Oscar Strasnoy. Nadie sabe aún quién va a dirigir. Será un texto nuevo, parte de mi próxima novela. Sé que va a tener diálogos, pero no mucho más”.

III- Vivir en dos actos

Ya no es un café sino dos mañanas soleadas y otra pantalla. “El ritmo de mi vida es en dos compases. Buenos Aires alocado, que dure lo más posible. El otro, la Francia provinciana. Dos grandes relatos con sus bifurcaciones».

En Buenos Aires, cada regreso es una rueda de celebración. Amigas, madre, padre, suegra, multiplican paseos con hijos o marido. Teatro off, siempre. Entrevistas y proyectos. El torbellino persiste. La intensidad quita hasta al aire, en un intento imposible por estirar el tiempo compartido. Escaso, sagrado.

Otro acto. Francia. Silencio en una sala blanca. Blanco cortado por el contraste salvaje de una ventana. El rayo “como un cuchillo” que cae sobre la laptop para sangrar sus palabras. Un ritual al filo de lo performático: “si pudiera enchastraría el libro, lo llenaría de pintura”. “Pondría diez, veinte sillas, acá en el pueblo. Habría que mostrar la pantalla mientras voy escribiendo”.

IV- Avant premier

Pelos en la cara. Seducción, ocultamiento. Espiar entre los rulos la pantalla del celular. Ser el Tío Cosa, porque sí y a cuento de nada, para luego rebotar en la espalda y descubrir el pecho al verano. Una musculosa despreocupada, sujetando apenas el recuerdo del invierno porteño. Explotar la tierra natal contra el sol parisino. Un castillo desvencijado como escenario. “Es una película”, y anticipa el movimiento de la cámara. “Me siento que estoy en Harlem, a ver si te puedo mostrar”. Entonces es la directora que estudió cine tantos años, que nos invita a su avant premier. El fondo figura, nosotras intertexto. Somos el ciervo en Matate amor. Espiamos. Dos negras rapadas reclusas en su tragedia. Fuman sus ansiedades. Otro camino se bifurca con ellas en pijama.

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Al más puro estilo Ariana Harwicz, este encuentro se multiplica como mamushkas. Recuerda la publicación junto a Sol Pérez (guionista, dramaturga) del libro Tan intertextual que te desmayas (2013). Un compendio de las notas que escribieran para el blog de Eterna Cadencia, entrelazadas con mails, cartas, whatsapps. Ellas descubren, crean el lenguaje y hasta un DICCIONARIO. “Amamos el pastiche, el mestizaje”, Sol se entusiasma. “Ari es vanguardia, sí, pero siempre existe en nosotras lo sagrado. Nos fascinamos con un Shakespeare o un Lorca. Ella experimenta pero no es críptica. El lenguaje se estira, se rompe con la comunicación como límite”.

V- Contrapuntos

¿Cómo transitar el conflicto de estas bifurcaciones? “Contrapuntos” dice Ariana, mientras ordena papeles escritos y tachados a pura birome, apurando los últimos minutos antes de partir hacia la siguiente posta, el cuidado de sus hijos. En la cumbre de los titulares, la colocan junto a Clarice Lispector o Virgina Woolf. Femme fatale de la destrucción, rompe-etiquetas. Detrás se agazapa una acusación. Matate, amor fue leída como sentencia por un juez de provincia francés. Citada en su contra, «ejemplo de que una novela en la que el personaje odia la maternidad, vuelve mala madre a la autora». Ariana recuerda el hecho repitiendo sus propias palabras, aquellas escritas en la única dedicatoria de su historia como escritora: “Discúlpelas, señor Juez, pero ellas tienen derecho a existir igual que usted. O quizá más”. Así nombra a esas madres y hermanas antisociales, excéntricas, desviadas.

Degenerado (2019, finalista en 2021 del premio Man Brooker) suma su disonancia, para doblar la puja entre las sentencias y los reconocimientos internacionales. La censura de Twitter, las etiquetas de Le Monde, no son suficientes para inclinar la balanza.

Contrapuntos en su obra, su vida. En la intimidad, proclama: “Somos una plataforma de felicidad para nuestros hijos”. Y gira, para seguir riendo y chicaneando a su madre que la mira desde el mar de su felicidad.

Mutis

En una descripción aparece la espalda reptil de su madre en la reposera. “Uso tanto la angustia, mi propio cuerpo”. Lo biográfico travestido en ficciones. “Lo que no está dicho es una elección. No hablo de mi vida privada”. Ariana construye sus trincheras en ese pudor. “Qué sería de la literatura, del arte, sin misterio”. Y cita a Sándor Márai, mientras camina pantalla en mano hacia la clandestinidad de “la vida real”.