El terror está teniendo una gran presencia en esta edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.

Desde la industria nacional, Deus Irae es una de las piezas más extrañas y curiosas. Para quienes disfrutan de caudales de sangre e historias ligadas a la religión, esta es una película que resulta más que atractiva, aunque en algunos aspectos presenta debilidades.

Su director, Pedro Cristiani, presentó su nuevo film que se basa en su cortometraje homónimo de 2010, como parte de “las películas que nadie se anima a hacer”. Lo cierto es que el film es, ante todo, una declaración herética frente al catolicismo y que toma un paso más en cuanto a lo explícito y a la subversión de los símbolos sagrados. Cuenta la historia de un cura que vive atormentado por visiones, detectando además la presencia de entidades malignas en las personas. Mientras batalla con lo imaginario y lo real, y el bien y el mal, también vive las profundas tribulaciones de su mente y las contradicciones de la religión, la iglesia y las Escrituras. Si bien la historia se presenta con potencia, una de las debilidades del film es su tono sobreexpresivo permanente, lo cual no permite variaciones en el relato, sino que el espectador está sometido a un constante frenesí, que sería un correlato de la mente del protagonista pero llega a volverse monótono y pierde el efecto de impacto que tiene al comienzo.

Las actuaciones también se presentan débiles y algo acartonadas con pocos matices, pero Deus Irae contiene secuencias altamente perturbadoras y muchas reminiscencias al body horror al mejor estilo Alien o La cosa. Estos aspectos son los que la hacen una interesante cinta dentro del panorama del horror argentino, presentando una película de gran oscuridad, completamente independiente y sin miedo a la incorrección política.