Mea Culpa (Estados Unidos, 2024) es el nuevo largometraje producido, escrito y dirigido por Tyler Perry.

Este cineasta, autor, músico y actor tiene desde hace un par de décadas una prolífica y exitosa carrera como realizador, aunque el prestigio le ha sido bastante esquivo. Su éxito teatral pasado al cine alcanzó también a la televisión, siendo el personaje de Medea la imagen más famosa del actor. Esta abuela afroamericana mal hablada, dura, astuta y sin vueltas, se basó en las figuras de la madre y la tía de Tyler Perry. No hay ni aclarar que en los últimos veinte años Perry fue acusado prácticamente de todo, por ser un hombre interpretando a una mujer negra, pero el éxito no lo abandonó y él se defendió alegando que sólo son comedias. También ha trabajado para otros directores y producido películas con mejor recepción de crítica. En el año 2021 Perry recibió el premio humanitario Jean Hersholt, un Oscar que se entrega a las personas con alguna contribución significativa a causas humanitarias.

Mea culpa (2024) pertenece a una de las líneas temáticas del director, puntualmente un drama erótico judicial protagonizado por afroamericanos de otra clase social, cuya cultura y estatus social es diametralmente opuesto al de los personajes del mundo de Medea. Las comedias y los dramas de Tyler Perry tienen en común las reflexiones morales y el análisis de las conductas de los personajes y las consecuencias de sus actos. La abogada Mea Harper está en plena crisis matrimonial con su esposo Kal Hawthorne y se embarca en una terapia de pareja. La crisis surgió cuando Mea descubrió que su marido salía de la mano de otra mujer, una novia de la infancia a la que su madre favorece. El marido de Mea fue despedido de su trabajo como enfermero anestesista hace unos meses porque estaba bajo la influencia de drogas y borracho mientras trabajaba. Ella, exitosa y fuerte, tiene en su marido y a la familia de este un peso que la hunde. La crisis se profundiza cuando Mea acepta como cliente al artista Zyair Malloy, quien es acusado de matar a su novia y procesado por el fiscal de distrito Ray Hawthorne, hermano de Kal. Su cuñado sueña con ser alcalde y ve en este caso la posibilidad de catapultarse al puesto. Pero al aceptar Mea el caso, un conflicto familiar en ciernes amenaza el trabajo y la vida de todos. Para peor, Zyair es un mujeriego y seductor que pronto buscará tener una romance con Mea, quien ni siquiera sabe si su defendido es realmente inocente.

Este thriller erótico al estilo de los que estuvieron de moda en los ochentas y principios de los noventas tuvieron siempre ciertas limitaciones, pero aún así varios clásicos lograron imponerse gracias al talento de sus directores, sus protagonistas o una narración verdaderamente impactante. Desde Vestida para matar (Dressed to Kill, 1980) a Bajos instintos (Basic Instinct, 1992) el género tuvo su momento más logrado, heredando las reglas del policial negro y elevando el contenido erótico, a la vez que las reglas morales de la sociedad iban cambiando en la era del SIDA. Aunque la llegada del cable y el streaming no redujo la cantidad de ejemplos, la calidad de estos ya no fue equivalente. Mea Culpa ya desde su nada sutil juego de palabras en el título, muestra el fuerte costado moral de Tyler Perry y la clase de historias con las que se siente cómodo.

Lo más complejo de estas historias es conseguir que funcione el costado policial y al mismo tiempo el lado erótico. Sobre lo policial Tyler Perry consigue sorprender para mal con unas vueltas de tuerca desopilantes y la parte erótica es todo lo berreta que uno podía imaginar. En ese aspecto parece la versión degradada de las películas mencionadas anteriormente, aun sin alcanzar esa dosis de locura divertida que las volvía encantadoras a su manera. Lejos de la sofisticación visual de los maestros, dejando sólo la estética el concepto dramático de los telefilms más berretas de finales del siglo XX. El streaming nos deja frente a esta clase de títulos que jamás hubieran llegado al cine. Al ver Mea Culpa queda claro que es muy fino el trayecto para acercarse al ridículo sin caer en él y Tyler Perry no es el más sutil de los directores para moverse en esos caminos.