Por Giuseppe Scaraffia
Periférica. 429 páginas

Un mosaico de breves viñetas biográficas repartidas en el tiempo pero concentradas en la espléndida Costa Azul es lo que ofrece este libro del profesor y crítico literario italiano Giuseppe Scaraffia, un especialista en sondear la vida hedonista de escritores y artistas.

Porque los protagonistas de la obra son, casi en su totalidad, hombres y mujeres de letras. Scaraffia (Turín, 1950) los toma como guía para apuntar, sin ninguna ambición historiográfica, el desarrollo de la Riviera francesa como polo turístico e imán para las grandes personalidades de los dos últimos siglos.

Como se ha dicho, la obra es fragmentaria. El autor retrata a sus escritores en mitad de la acción. Los pinta huyendo del agobio de la vida social parisina, escapando del frío nórdico, o masticando dolor por la muerte reciente de un amante (como en el caso de Jean Cocteau). Otros llegaban a la mítica franja costera como exiliados reales o imaginarios (le pasó a Blaise Cendrars). Algunos lo hacían para trabajar, como el metódico y laborioso Somerset Maugham, o para encauzar sus urgencias místicas, como Nikolai Gogol. La mayoría se paseaba por sus hoteles, fincas, residencias o pensiones en busca de descanso y serenidad; los más osados cedían a la tentación de probar suerte en los casinos de Montecarlo (actividad que nunca llegaron a entender ni Maupassant ni Chéjov). Y casi todos, embriagados por el encanto del calor y la cercanía del mar, se entregaban a algún amor lícito o prohibido (más lo segundo que lo primero). En esa larga lista se ubicaban un ya maduro Stefan Zweig (sorprendido in fraganti por su esposa), Romain Gary, Louis Aragon, Paul Valry, Francis Scott Fitzgerald, su esposa Zelda, André Malraux, Paul Morand, Jean Giono, Graham Greene, y muchos, muchos más.

El elenco es inabarcable: buena parte de los grandes nombres de la literatura moderna desfilan por estas páginas indiscretas, entretenidas, que descubren aspectos desconocidos de sus vidas. Scaraffia pocas veces insinúa sus fuentes, que pueden presumirse: diarios personales, cartas, biografías o memorias, más las referencias desperdigadas en la propia obra creativa de los escritores visitados. Por encima de las personas, el entorno es dominante. Casi pueden sentirse el fuego del sol, la brisa del mar, el cobijo de la vegetación y una sensualidad constante, perturbadora.
Hay también algún espacio para la ficción. Lo anticipa el título: La novela de la Costa Azul. En efecto, casi todo lo que se dice puede rastrearse hasta algún escrito real, pero es evidente que ciertos huecos fueron llenados con la imaginación. Además los retazos, aunque interrumpidos, encuentran cierta continuidad en el desarrollo del libro. Una pequeña intriga argumental asoma detrás de las estampas fugaces.

De Scaraffia podría decirse que es un Marcel Schwob del hedonismo. Desde luego que no tiene el genio literario del francés, pero su intención (y su método fragmentario) es equivalente. También él quiere registrar algún momento capital en la vida de sus biografiados, un instante de quiebre o de reconciliación, pero siempre en el registro de lo frívolo, lo sensual y lo terreno. Su libro no es una obra maestra, pero se lee con agrado y curiosidad.

FUENTE: LaPrensa