Por Peter Sloterdijk
Ediciones Godot. 72 páginas

Según el Antiguo Testamento, en el Monte Sinaí Dios o Yahveh entregó a Moisés los Diez Mandamientos. A partir de este acontecimiento bíblico Peter Sloterdijk ensaya una explicación acerca de la alianza creada entre el pueblo de Israel y Dios. El filósofo alemán (1947) sostiene que fue una “novedad revolucionaria” que se articuló en un lenguaje de conversión colectiva. En el nuevo esquema del Sinaí, como lo define, todo un pueblo intentó por primera vez adoptar el modo de ser de un “colectivo celoso o de ejecutores de la ley preocupados por la salvación”. Además, por primera vez “se eleva un pueblo a una institución programática total que impone a sus miembros, junto con la más estricta prohibición de la mezcla, el deber de membresía integral a un proyecto ético y de culto sublime”.

Para explicar en qué se basa este nuevo esquema, Sloterdijk hace uso de la palabra fobocracia. Fobos en la mitología griega personificaba al temor y al horror. La palabra, entonces, se puede traducir como gobierno del miedo o política del miedo.

La teoría del pensador alemán es que la alianza entre Dios y el pueblo hebreo tiene su columna vertebral en las promesas repetidas, en una constante autoamenaza y autoamonestación y, sobre todo, en la “ordinaria fobocracia política” que sirvió para “la formación de sistemas de dominio más grandes y estructurados jerárquicamente desde la antigüedad”. Es decir, una nueva forma de control del miedo con efectos principalmente internos. “Una forma especial del miedo a la ruptura y a las consecuencias”.

Los creyentes, explica Sloterdijk, practican un mandato “contradictorio” de tener una fe incondicional en la misericordia de Dios, porque de lo contrario Dios los exterminará sin piedad. Cita como ejemplo el episodio del hijo desobediente y borracho que mandan apedrear hasta morir en el Libro del Deuteronomio, o la cita del Salmo 40 (“El principio de la sabiduría es el temor de Jehová”).

Un sistema que heredaron los monoteísmos clásicos, las sectas y cualquier situación o política de intolerancia o fanatismo. Si bien, concluye Sloterdijk, este tema ha ido evolucionando en la sociedad moderna, aún continúa siendo una tarea abierta.

Fuente: La prensa